Author: Naomi S. Baron

En los últimos años, la interacción entre tecnología y alfabetización ha cobrado protagonismo, con la inteligencia artificial (IA) emergiendo como una fuerza poderosa que está remodelando nuestra forma de leer, escribir y pensar. Una tormenta perfecta se está gestando ya que estudiantes y adultos dedican menos tiempo a los libros que nunca antes, un problema que ha sido agravado por los rápidos avances en las tecnologías de IA. Como lingüista que estudia estos cambios, me preocupa cada vez más las implicaciones de la IA en los hábitos de lectura y el valor general que se otorga a la literatura como una actividad humana.
Las herramientas de IA han sido tendencia en titulares por sus capacidades impresionantes de escritura. Sin embargo, su habilidad para digerir y analizar vastos conjuntos de datos también plantea cuestiones problemáticas sobre el futuro de la lectura. Hoy en día, los estudiantes pueden eludir fácilmente la lectura tradicional confiando en resúmenes y análisis generados por IA. Por ejemplo, en lugar de involucrarse profundamente con "Las aventuras de Huckleberry Finn" de Mark Twain o "El guardián en el centeno" de J.D. Salinger, muchos estudiantes optan ahora por resúmenes de IA simplificados que prometen ser suficientes para discusiones y comparaciones en clase.
La práctica de resumir y simplificar la literatura, como el uso de CliffsNotes o servicios en línea como Blinkist, ha escalado ahora a niveles sin precedentes con tecnologías de IA como BooksAI y BookAI.chat. Estas innovaciones permiten a los lectores acceder a información similar a la de un libro sin interactuar nunca con la obra misma. Aunque la conveniencia es atractiva, la dependencia de la IA plantea preocupaciones sobre la pérdida de la enriquecedora experiencia personal que proviene de leer.
Antes del auge de la IA generativa, la disminución en los hábitos de lectura ya era evidente. Informes del Programa Nacional de Evaluación de Progreso Educativo revelaron una tendencia preocupante: de 1984 a 2022, el porcentaje de alumnos de cuarto grado que leían por diversión cada día cayó del 53% al 39%. Los estudiantes de octavo grado mostraron una caída aún más pronunciada, pasando del 35% en 1984 al 14% en 2023. Esta tendencia preocupa a los educadores, quienes señalan que los estudiantes universitarios de hoy suelen evitar la lectura extensa, optando por 'samplear' contenido para cumplir con los requisitos académicos.
El cambio en las preferencias de lectura entre los jóvenes no está aislado en EE. UU. Estudios en el Reino Unido sugieren disminuciones similares, con solo uno de cada tres niños de 8 a 18 años disfrutando de leer en su tiempo libre, indicando una caída de casi 9 puntos porcentuales respecto al año anterior. Esta tendencia se refleja a través de encuestas en 79 países que destacaron un aumento notable en estudiantes que solo leen cuando el colegio se lo manda.
A medida que evoluciona el panorama de la lectura, muchos educadores observan que la dependencia de los estudiantes en la IA para tareas de lectura reduce significativamente sus habilidades de lectura y capacidades analíticas. Según investigaciones de la experta en alfabetización Anne Mangen, cada vez más docentes están reduciendo las tareas de lectura en las clases debido a una creciente reluctancia por parte de los estudiantes a interactuar con textos tradicionales, un sentimiento compartido por comentaristas culturales.
Los hábitos de lectura en adultos también están enfrentando declives. Investigaciones muestran que solo el 54% de los estadounidenses lee al menos un libro en 2023, en contraste severo con la cultura de lectura de décadas anteriores. Esta disminución se refleja de manera similar en diversos países, incluyendo Corea del Sur y el Reino Unido, donde porciones significativas de la población ahora se reconocen como 'lectores ocasionales', aquellos que una vez leían con regularidad pero han dejado de hacerlo debido a una combinación de desinterés y tiempo invertido en redes sociales.
Las implicaciones de estas tendencias son profundas, ya que subrayan no solo un declive en la alfabetización sino también un posible deterioro en las habilidades cognitivas. Estudios recientes sugieren que depender en exceso de la IA para leer conduce a la externalización cognitiva, donde las personas se involucran menos en sus propios procesos mentales. Este alejamiento puede obstaculizar las habilidades de pensamiento crítico y la capacidad de formular interpretaciones personales—habilidades que se perfeccionan mediante la profunda participación en la lectura.
Además, los beneficios emocionales y estéticos de la lectura corren riesgo de perderse en el camino. La alegría de conectar con personajes, saborear una prosa hermosa y emocionarse con una historia es algo que no puede ser replicado por resúmenes generados por máquinas. La lectura fomenta la empatía, la creatividad y el crecimiento personal, elementos esenciales para una comprensión matizada de la experiencia humana.
En conclusión, aunque la IA generativa ofrece ventajas notables en cuanto a eficiencia y acceso a la información, también presenta riesgos significativos para nuestra cultura de lectura y el desarrollo cognitivo y emocional. A medida que continuamos navegando esta evolución tecnológica, es imperativo que encontremos un equilibrio entre aprovechar la IA de manera útil y preservar los aspectos fundamentales de la alfabetización que han enriquecido la vida humana durante siglos. La defensa de prácticas de lectura sostenidas en la educación y en el hogar se vuelve crítica para garantizar que el compromiso con la literatura siga siendo una parte apreciada de nuestra existencia.

Una representación visual de las tecnologías de IA que influyen en los hábitos de lectura.
De cara al futuro, los educadores y padres deben fomentar hábitos de lectura más profundos y una participación crítica con los textos. La integración de la alfabetización como un requisito fundamental en las aulas junto con la innovación digital puede garantizar que las futuras generaciones cultiven una conexión profunda con los libros. La capacidad de leer críticamente, analizar literatura sustancial y disfrutar del arte de contar historias debe seguir siendo vital en un mundo cada vez más impulsado por la IA.